EL ESTAFADOR #140: CEMENTERIOS

31/10/2012

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Esta semana toca hablar de muertos. Así que esta semana nos ocuparemos de los cementerios. Casas para la eternidad que de momento los bancos no han empezado a embargar. Un lugar para el sosiego y la tranquilidad eterna. Un lugar donde no llegan las crisis. Disfruten hasta la eternidad de nuestro especial CEMENTERIOS.

Javirroyo

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Javi Cejas

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Peter Jojaio

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Sistema de Monos

Parques y jardines. En los cementerios nunca faltan los jardineros. Todo bien bonito. Hasta muertos. Nos pueden estar comiendo los gusanos, pero eso sí, nuestras vísceras relucientes y cuanta menos tierra mejor. No hace falta poblar cementerios, hay más muertos fuera. Ya nos lo decían Hadidas Apóstol (http://hadidasapostol.holaporque.com) y Hola Por Qué (http://mas.holaporque.com/camisetalogo-LAPIDALANDIA.htm) hace unos años. Bienvenidos a Lapidalandia:

LAPIDALANDIA (Hadidas Apóstol)

Las ciudades me parecen, de por sí, atroces hormigueros,

una mezcla entre el infierno y el público de un programa concurso;

con humanos que huyen hacia el trabajo como domingueros

y un alcalde que pavimenta ideología a base de discursos.

Las ciudades, vanidades de arquitectos que nos quieren agrupados

con el número en la puerta y nuestra educación en un felpudo,

con vecinos obligados, con un número inexacto de recintos hipotecados;

sin una base coherente, con un futuro muy caliente, recién hecho… pero crudo.

El gran éxito de la hipnosis: situar estrategias comunicativas,

decidir ser oprimido y salir buscando dosis adictivas

los fines de semana, para cogerse apego,

de gente omnipresente subiendo en ascensores, elevando su ego

sólo por el hecho de dejarse ver por los demás.

Las ciudades, capitales de miseria creciendo entre nuestras piernas y nuestras gabardinas,

con grandes apariciones en los libros y nombres para la historia.

Las ciudades, estelares en los mapas, con luces de neón y bailarinas.

Y hay quien se deja abducir congelando allí su vida, escribiendo sus memorias;

luchando por ser el mejor ciudadano, el número uno,

el que le dé la mano al dios de turno.

Serás respetado si vives asustado, si estás callado.

Las ciudades crean cadenas… pestillos… candados.

Ellas están muertas, pero dejamos que nos dominen.

Son una invención, un conjunto de planos asfaltados;

pero nos suicidamos, les damos nuestra sangre y por eso viven.

Nosotros las creamos y creemos que es al contrario.

Son obras de arte. Proyectos lapidarios.

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Tamayo

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Javier Vázquez

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Izar Lunazek

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Javirroyo

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Zombie inofensivo.

Sentado al volante el zombie poco puede hacer. Si ni siquiera es capaz de quitarse el cinturón, no hablemos ya de abrir la puerta o conducir el coche. La criatura solo puede retorcerse y gruñir. Los niños se suben en el asiento de atrás para hacerle rabiar mientras el desgraciado estira sus manos intentando atraparles entre las risas de los pequeños.
El Apocalipsis zombie no se produjo, solo unos cuantos brotes aislados que se controlaron sin problemas. Todavía quedan algunos muertos vivientes dispersos en situaciones ridículas e inofensivas. A los lugareños les hacen gracia y les dejan estar hasta que las autoridades llegan y les disparan en la cabeza.
Algunos sectores progresistas piden respeto para los zombies siempre y cuando no molesten o muerdan a nadie1. La mayoría de la gente se resiste a retirar a sus familiares zombificados. Les habilitan espacios en los pisos, donde les controlan mientras intentan enmascarar el asqueroso olor que desprenden con ambientadores. Cuyo uso se ha disparado y no se sabe como afectará al medio ambiente. Al margen de incidentes aislados, zombies y humanos viven en perfecta harmonía. Todo es muy aburrido.
1. Cuanto antes lo reconozcamos, mejor. El fenómeno zombie se nos ha ido de las manos. Guardo un buen recuerdo del miedo que pasé viendo las películas de niño. Pero… ¡Ya está bien, joder! ¡Basta de tanta analogía barata!  ¡Basta ya! Pese a todo no he podido resistirme a dar mi visión del asunto. ¡Vaya contradicción, no hay quién me entienda…!

Carlos de Diego

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Marc Torices

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Ricken

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Bárbara Alca

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Juegos de la cripta

Aquí estoy, papá, arropada, no muy calentita pero bien cubierta. Bien, ¿ahora cierro los ojos? Sí, de acuerdo. Tengo un poco de frío, pero me gusta saber que mamá está conmigo. ¡No vayas a apagar la luz! Ya sabes que me da un poco de miedo. ¿Dónde dices que está mamá? Es que no la veo… de hecho, ya no veo nada. Esperaré un poco, sí. Pero papá, ¿no te parece que has puesto demasiada tierra? Es que ya no puedo moverme.

¿Papá?

Belisa Bartra

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Pau Anglada

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Una habitación con vistas

No admitiré más fotos, estoy harto de que los del pueblo seamos la atracción de todos esos turistas extranjeros o procedentes de ciudades españolas que parecen turistas extranjeros, con ese aire que se dan de no haber pisado un pueblo en su vida. Estoy harto de sus autobuses y de los guías buscavidas que llaman a mi puerta a cualquier hora. De sus preguntas absurdas y risitas. De sus monedas de cincuenta céntimos o un euro sobre el ataúd. Al principio tuvo gracia: unas fotos, los periódicos, algunos reporteros de televisión, etc. Pero ya no. Todos nos machacaban con aquello de que teníamos que crear riqueza por nosotros mismos, nos amenazaban con retirar toda ayuda o subvención, los medios paseaban las fotos de los más desdentados y las viviendas más ruinosas por todo el mundo. Por eso un día, Pedro, el alcalde, que vive en la ciudad, nos reunió a los trescientos cuarenta y ocho vecinos que quedamos para hablarnos de las vistas del cementerio, de su situación privilegiada en lo alto del monte, algo único a nivel mundial, decía; de lo incómodo del acceso, de que estamos todos cada vez más mayores, de que la vejez es inexorable; de ecología, de economía sostenida y más cosas. Total, que nos convenció para cambiar el cementerio de sitio y que en su lugar construyesen unos apartamentos de los que por ahora sólo se ve la estructura de hormigón a medio hacer. Después de derruir a todo correr el muro encalado y los tejados, destruir los nichos y arrancar los cipreses, que bien altos estaban, ya no se ve movimiento alguno. La cosa es que Pedro, un par de días antes de comenzar las obras, nos volvió a reunir para decirnos que faltaban unos permisos o no sé qué, y que ese cementerio reluciente y amplio que nos iba a construir la promotora en menos de una semana aquí cerquita, en el antiguo campo de fútbol, se iba a retrasar unos días. Así qué, tuvimos que guardar provisionalmente los restos de nuestros muertos en nuestras cocheras y patios. Y ahora van pasando los meses y nada. Excusas, promesas, que si crisis, que si ERE, que si bancos, que si la Administración Central, y mientras, nosotros rezando para no morirnos en estas condiciones y creando riqueza por nosotros mismos dejándonos fotografiar junto a los féretros con el traje típico puesto y una sonrisa.

Juanfran Molina

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Javier Vázquez

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Peter Jojaio

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Paula Suarez

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JAB

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Javier Vázquez

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Izar Lunazek

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3 Comments

  1. ophfra dice:

    Mejor que el chiste sobre Tony Antonio es visitar la web de Tony Antonio y ver su libro de visitas. ¡Cuántas visitas interesantes recibe este hombre!

    http://www.tonyantonio.com/contacto.html

    ; )

  2. […] "CRITEO-300×250", 300, 250); 1 meneos   El Estafador se mete en los cementerios. ¡Ni los muertos se salvan! elestafador.com/2012/10/el-estafador-140-cementerios/  por BarilochePP hace […]