EL ESTAFADOR #154: HIPOCRESÍA

06/02/2013

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editostafa

En España tenemos una clase política y económica hipócrita, heredera de usos y tradiciones heredadas de los cuarenta años de franquismo que nos tocó vivir. Cuarenta años de servilismo, clientelismo, caciquismo e hipocresía acentuados sobre todo en la derecha rancia, cutre y corrupta que nos gobierna. Con un gobierno formado por un clan de señoritos de cortijo que ha estado jugando a ser demócratas en la superficie, jugando a explicar a todos que están en política por el bien de España y los españoles. Una banda de políticos que nunca dejó de lado el despotismo ni la idea de que son la clase privilegiada que debe de mandar y que deben enriquecerse y enriquecer a los de su misma clase social, por encima de cualquier otro valor social, moral o ético. Hipócritas que salen a la luz en tiempos de crisis, cuando los sobres dejan de circular, y que nunca pensaron en un país para todos y de todos. Cuando la pobreza entra por la puerta, la democracia sale por la ventana. Y Mariano Rajoy, con su técnica de la Avestruz, en los momentos en los que debería dar la cara, desaparece o comparece sin comparecer, se descorporiza, calla, miente con medias verdades, se oscurece… Y se funde a negro. This is Spain. Hipocresía.

Bueno, y en este número cargadito de hipocresía, tenemos una nueva colaboradora, que esperamos os guste tanto como a nosotros: bienvenida, Cinta Villalobos al equipo de estafadores.

Javipócrita

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Javirroyo

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Javi Cejas

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Utilería

Sobre un mar de falsos excrementos —cagarrutas de utilería ahora tan de moda— algunas verdades flotan, otras se hunden hasta que algún pescador avezado lanza el hilo y alguna pica el anzuelo. Las verdades están siempre hambrientas de superficie, de aire, de prensa. Pero la mierda es más rápida, o quizá sólo pesa menos. Acaso sea este el motivo de que, a pesar de tragarse toneladas de mentiras, la hipócrita humanidad no se hunde.

El hombre apartó la levísima película que recubría la verdad, y se dio cuenta de que a pesar de su delicado aspecto, era tan fuerte como para ocultar algo que, no sólo tenía ya el peso de un elefante, sino que prometía llegar al de una ballena. Cerró los ojos y escuchó un murmullo que fue creciendo hasta encontrarse tan fuerte y robusto como un millón de voces juntas.

Desde la imagen televisada de una imagen televisada, el hombre, que espera su turno para hablar, siente que le hierve la sangre cuando piensa en todo lo que está al borde del quiebre por el descuido imperdonable de unas notas manuscritas aparecidas en el lugar menos adecuado.  La verdad pesa demasiado, y a él no le gusta ese peso cuando es su espalda quien la sujeta. «¿Indignados?», masculle, «indignado estoy yo».

—¡Todo es falso! —afirma con vehemencia.

—¿Has visto la prensa de hoy?

—Todo es falso… salvo alguna cosa.

Belisa Bartra

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Nomdenoia

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Adao Iturrusgarai

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Xavier Águeda

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Bárbara Alca

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Sistema de monos

Ya no hace falta que hablen, sólo que estén. Cada día superándose a sí mismo en un rocambolesco remolino de hipocresía.

Kopón Bendito de vez en cuando hacemos una versión de una maravillosa canción de Rubén Blades del mismo título, «Hipocresía»: http://www.youtube.com/watch?v=U6y36DeoxsQ

Aquí está la original, que es más rumbosa y se entiende mejor, porque esta letra merece ser entendida y reflexionada: http://grooveshark.com/s/Hipocres+a/3684z1?src=5

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Pau Anglada

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Tamayo

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Tyto Alba

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Peter Jojaio

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Javirroyo

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Cinta Villalobos

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Hipocresía

A mis hijos

Hoy he descubierto una palabra nueva. Y me preguntó: ¿cambia eso en algo la realidad? Quiero decir: ¿tiene alguna utilidad, han aparecido a mi alrededor cosas que antes no existían porque no sabía nombrarlas? La respuesta a la segunda parte de la pregunta es clara: no. Mi padre sigue siendo tan mentiroso como siempre. Cada dos por tres me está hablando de moral anarquista: Trata a los demás como te gustaría ser tratado. Y, una de dos, o a él le gusta que le estén dando órdenes todo el tiempo, despiértate, levántate, vístete, desayuna, lávate los dientes, súbete la cremallera del abrigo, no te pelees con tu hermano, no grites en el coche, come, no te limpies en la ropa, coge bien la cuchara, mastica con la boca cerrada, lávate los dientes, deja de jugar ya con el ordenador, no grites, bájate de ahí, ordena la habitación, no vayas descalzo, merienda, haz los deberes, tira de la cadena, cambia de canal, levántate del sofá, cena, lávate los dientes, ponte el pijama, vete a la cama, deja de leer, apaga la luz, duérmete, o es un mentiroso y de anarquista solo tiene la cháchara cansina. La respuesta a la primera parte de la pregunta es algo más compleja pero diría que es sí. Esta noche hemos vuelto a discutir. Pretendía que me lavara los dientes sin ofrecer resistencia. Y yo no estaba por la labor. A mitad de discusión, le he dicho que era un HIPÓCRITA, casi gritando. Oh, qué cara ha puesto. Se esperaba alguno de los insultos habituales pero no una palabra que lo pusiera tan evidencia. Ahora sabe que sé su secreto, su falsedad cotidiana. Se ha quedado tan impresionado que ha agachado la cabeza y, en silencio, me ha dejado en paz. He podido irme a la cama sin lavarme los dientes y sigo despierto, y eso que son más de las doce de la noche.

Federico Montalbán

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No es tan difícil

No te tortures, sígueme, no es tan complicado. Sólo tienes que cuidar los detalles e interiorizarlos. Te levantas, te duchas, te afeitas, y mientras lo haces y escuchas la radio te desahogas y lanzas todos los improperios que te pida el cuerpo y, si acaso, das un par de gritos en la ducha (esa necesidad poco a poco irá remitiendo, te lo aseguro). Después te preparas y sales a la calle. Siempre sonriente, no lo olvides. Saludas a los vecinos que generalmente te encuentras y les preguntas por la familia, no cuesta ningún trabajo, te garantizo que después de algunos días ni los oyes. Te entra por un oído y te sale por el otro lo de la enfermedad de la mujer de uno y el desempleo del hijo mayor de otro, que a ver si espabila y se larga por ahí lejos a buscarse la vida.

Luego, en la cafetería, lo mismo, te dejas llevar por la indignada opinión general pero con cierta mesura, sin alentar actitudes rupturistas (ya sabes que tú estás llamado a imponer cordura) y alguna que otra vez pagas el café del ciudadano interlocutor de turno. Luego, en el ayuntamiento, tienes que mostrarte, cómo te diría, armónico, eso. Como si jugases suavemente a la cascada de tres pelotas. Sonríes, aprietas brazos y algún hombro, estrechas manos, guiñas, cabeceas, te carcajeas llegado el caso, hablas en tono confidencial y dejas pasar la mañana prometiendo intentarlo, interesándote, haciendo que escuchas, tranquilizando. No hay por qué sufrir ni hacer sufrir inútilmente, bastante dura es la vida ya.

Más o menos la misma receta para la tarde, tanto en el paddle como en el bar (no le niegues una cerveza ni al promotor ni al comerciante): sonreír, calcular y hacer que escuchas, que te interesa lo que te dicen, sobre  todo, el empleado del gimnasio y el dueño del bar. En la reunión del partido o acto público que corresponda espero no tenerte que decir nada, ¿no? Y más tarde, al llegar a casa, besas a tus hijos y le dices a tu mujer “te quiero”. Ya me contarás dentro de unos años.

Juanfran Molina

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Peter Jojaio

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Marc Torices

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Damián Vásquez

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Can Kente

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