EL ESTAFADOR #158: EL ALCALDE DE MI PUEBLO

06/03/2013

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editostafa

La muerte del presidente venezolano Hugo Chávez Frías ha desatado una incontenible avalancha de opiniones encontradas, la mayoría bastante apasionadas. Tras catorce años al frente de la presidencia podría decirse que removió al país e hizo historia. Demonizado por unos y santificado por otros, la realidad es que su paso por el gobierno dejó una huella imborrable; porque esa es la cuestión, se trata de una época trascendente en la historia, no ya de Venezuela, sino de Latinoamérica, y del papel de esta en la humanidad: de alguna u otra forma ha comenzado a tener más voz.

Es innegable la influencia que ha tenido el presidente venezolano en el resto de las naciones latinoamericanas y ciertamente no fue un presidente perfecto (eso no existe, no sean ilusos) pero no se puede negar que Venezuela cambió para siempre. Si es para bien o para mal, es algo que se decidirá cada día, a cada instante, con cada paso que den los venezolanos. Durante su gobierno hubo cambios en salud, educación, cultura y diversas políticas sociales… No se le puede achacar a Chávez que no lo haya intentado, por un lado, y por el otro un gobierno no es una persona, es un pueblo: a distintos niveles todos los ciudadanos son responsables de la construcción de su país.

Ahora llega otro cambio, del que ya no se podrá culpar a Chávez, pero no importa: siempre habrá alguien a quien culpar.

Y nosotros, aquí, hablando del alcalde de nuestro pueblo.

* Video de Eduardo Galeano… Chávez, ese extraño dictador

Belisa Bartra

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JAB

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Javi Cejas

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Taxidermia

En el Museo de Historia hay una sala dedicada al siglo XXI que visito con asiduidad.  Es interesante observar los objetos que usaban: libros de papel (sí, de papel de verdad), unas cajitas con botones que por lo visto lanzaban una señal que controlaba una caja de imágenes que a su vez los controlaba a ellos.

Suelo mirar atrás, sólo para entender el presente. No puedo evitar pensar en que, da igual lo que hagamos, seremos parte del pasado como lo son ahora ellos. Curiosa la historia: con el alcalde de mi pueblo comenzó todo, una vez descuartizado el primero los siguientes no resultaron tan complicados. Cuentan que costaba acostumbrarse al olor ferroso que impregnaba el aire y, sobre todo, que había que tener cuidado al caminar porque la sangre es resbaladiza; pero apartando esos detalles que pueden ser considerados más o menos escabrosos —dependiendo de la sensibilidad del testigo ocular— parece que todo salió a pedir de boca, o de hacha.

Algunas personas aseguran que fue porque la crisis inmobiliaria dio inicio a una avalancha en cadena de quiebras que a su vez desencadenaron una serie de desgracias personales. Otros afirman que había un complot urdido en alguna plaza Mayor por un grupo de flautistas y artistuchos afines quienes, hartos de no comerse un rosco, decidieron pasar a la acción tras siglos de palabrerío inútil.

El exterminio de la clase política. Hay quien se atreve a insinuar que fue el propio sistema quien decidió acabar con el sistema. La verdad es que no estoy tan seguro de que las cosas hayan cambiado demasiado. Casi, casi me parece que lo único distinto es el nombre. Sin embargo, al último alcalde lo pilló un taxidermista y se encuentra expuesto en el Museo de Historia, en la zona dedicada a personajes más o menos relevantes. A sus pies resecos puede leerse: El último político del siglo XXI.

Belisa Bartra

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Nomdenoia

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@sobresalpp

# Sobres al PP

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Tyto Alba

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Pau Anglada

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Xavier Águeda

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Sistema de monos

Inodoro Gallego es el alcalde de Palencia de toda la vida. Palentino, palentino, y con coloretes. Sin embargo, durante unos años, fue sustituido inexplicable y momentáneamente por un facha. Después volvió a ser el alcalde durante 12 años seguidos. Ahora otra vez no es alcalde, pero hay tiempo y tenemos sillas. Dedicamos nuestro dibujo de esta semana a Inodoro, pero la siguiente canción no. La canción la improvisamos Hadidas Apóstol a la memoria de Marcelo de M., el sustituto de Inodoro de 1995 a 1999.

http://hadidasapostol.bandcamp.com/track/marcelo-sal

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Tamayo

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JAB

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Cinta Villalobos

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El alcalde de mi pueblo es

El alcalde de mi pueblo es, hablando con propiedad, si tal cosa es posible, el alcalde de mi ciudad, ciudad de mierda, valga la redundancia. El alcalde de mi ciudad acude una vez al mes a Radio Murcia (cadena SER) para protagonizar «El alcalde al habla», un programa en el que la gente le hace preguntas y él responde sin responder. Y aquí viene el planteamiento ficticio: alguien pasa el filtro de llamadas y cuando está en antena le pregunta: «¿Miguel Ángel (que así se llama el alcalde de mi ciudad), cómo puede ser usted tan idiota?». Querido oyente, respondió Miguel Ángel sin el más mínimo cambio de tono en su voz, en estos momentos no dispongo de la información que usted me solicita pero estaré encantado de consultar la cuestión con mis asesores y responderle tan pronto como vuelva a este programa. (Siempre dice lo mismo.)

A la semana siguiente, el alcalde tenía en su mesa un informe que planteaba hasta tres posibles respuestas a la pregunta del oyente. (1) La inteligencia y brillantez de Miguel Ángel estaba por encima de las capacidades de observación del populacho por lo que no podían apreciar su brillantez e inteligencia. (2) Los rumores que hablan sobre la presencia de alienígenas entre nosotros, especialmente infiltrados en altos cargos empresariales y administrativos, serían ciertos y Miguel Ángel sería uno de ellos por lo que, una vez más, su inteligencia y brillantez, al ser extraterrestres, no podrían ser apreciadas en su justa medida por los humanos. (3) El oyente era mala gente y solo quería insultar al alcalde.

Había una cuarta posibilidad insinuada por un consejero que, en su defensa, alegó enajenación transitoria. (4) El oyente usaba la palabra «idiota» según su etimología griega (aquel que no se ocupa de los asuntos públicos) y solo pretendía poner en evidencia que como alcalde, Miguel Ángel no solo dejaba mucho que desear sino que, además, era una mierda así de grande (gesto de poner la mano en paralelo al suelo y a la altura de los ojos).

Federico Montalbán

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Can Kente

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El día del Alcalde

Vosotros tendéis a reíros de todo lo que no comprendéis o no habéis inventado. El Día del Alcalde, es una tradición de nuestro pueblo a la que todos le tenemos cariño, por lo menos el noventa por ciento de los dos mil habitantes que somos. Además, es algo que se va transmitiendo de generación en generación, da lugar a muchas e imaginativas celebraciones y propuestas, y conecta directamente con nuestra idiosincrasia. De ahí nuestra intención de solicitar la declaración de este día como Bien de Interés Cultural, así que ahorraros vuestras risas. Pedro, el alcalde, es alguien especial, yo diría que insustituible para nosotros; su carisma ha reducido la oposición a algo casi testimonial. A pesar de la labia y presencia que tiene, él no se veía ejerciendo la abogacía, por lo que se decantó por el servicio público. Es claro y directo, aunque suele extenderse en los temas importantes; recuerdo ahora cuánto tardaba en explicarnos a los niños que visitábamos el ayuntamiento el significado de la palabra “democracia”. Lo han tentado muchas veces para ir de senador o de diputado autonómico, pero él siempre prefirió trabajar para los suyos. Aparte, no ha cambiado nada en los treinta y cuatro años que lleva de alcalde. Todo ha cambiado menos él.

El día del Alcalde surgió de manera natural, y fue institucionalizándose con los años, con la sola voz en contra del opositor de siempre, que se va a morir así, protestando solo y sin que nadie le vote. Como un año la visita de los colegiales coincidió con el cumpleaños de nuestro alcalde, la comisión por unanimidad eligió esa fecha, o el siguiente día hábil, para posteriores ediciones. Los padres ponían ropa nueva a sus hijos para tal ocasión, y algunos llevaban incluso chaqueta, por lo que, dado nuestro gracejo natural, los niños (y niñas) terminaron disfrazándose indisimuladamente de alcaldes para alegría del regidor, que los saludaba con una reverencia y los sentaba en sus rodillas. Algunos padres les pintaban bigotillo y colocaban insignias, sombrero de copa o les hacían llevar un maletín. Tiempo después, tal día terminó siendo fiesta local, por lo que las familias organizaban en casa pequeñas reuniones de amigos y familiares en las que los infantes desfilaban disfrazados entre los asistentes, para regocijo general. La fecha fue tomada como un peldaño en su crecimiento, más relevante que la denostada primera comunión; por ello, se instauró la costumbre de dar a los niños su primer dinero, que éstos recogían, siguiendo la broma, con una mano pegada a la espalda para que no los viera nadie, ocultando luego los billetes (casi siempre varios de cinco euros) con disimulo en el bolsillo interior de la chaqueta. Este hecho, celebrado con aplausos, culminaba la celebración de este día tan especial para nosotros y único en el mundo.

Juanfran Molina

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2 Comments

  1. […] Viñeta para El Estafador 158: El alcalde de mi pueblo. […]

  2. EL ESTAFADOR #158: EL ALCALDE DE MI PUEBLO | EL ESTAFADOR , es genial, desde que os recibo no puedo parar de mirar todas vuestras sugerencias y me alegra cuando recibo uno más, sois lo mejor en español, me encata vuestra presentación y el curre que hay detrás. Un beso y abrazo,GRACIAS POR VUESTRO TRABAJO, nos alegrais la vida.