EL ESTAFADOR es, desde sus comienzos en 2009, una plataforma donde un grupo de autores podemos llegar a mucha gente con nuestras ideas. Un producto cultural, gratuito y libre con el claro objetivo de que nuestro trabajo se difunda por internet bajo una licencia Creative Commons, que permite difundir la obra de los que aquí participamos sin hacer uso comercial de ella. Es, al fin y al cabo, una plataforma gestionada por autores que llega a más de 15.000 lectores cada semana. Posiblemente el semanario en internet de dibujantes en castellano con más seguidores en el mundo. Algo en lo que creemos y pensamos que debería de ser internet: Un espacio donde las plataformas de distribución cultural sean controladas y gestionadas por los propios autores. Dicho de otro modo, que los autores sean productores y distribuidores culturales. Y si existe un beneficio económico, que sean los propios autores los que lo gestionen y lo cobren directamente. Ni las entidades de gestión de derechos, ni los distribuidores deberían ser actores en este entorno de internet. No. El medio proporciona las herramientas para que seamos los autores quienes gestionemos la distribución de las obras. La Ley Sinde, era una ley con parámetros del siglo pasado, no era una ley pensada en el presente y en el futuro del medio. Una ley fallida, equivocada y trasnochada, que ha terminado como ha terminado. Lo ideal sería proporcionar herramientas para que estos derechos de los autores en internet se gestionen por parte de los autores. Que se nos facilite a los autores la caña de pescar, no la raspa de la sardina. Que la cultura no sea tan cara por culpa de los intermediarios. Nosotros queremos que los contenidos culturales sean gestionados por los autores y vayan a la sociedad de la forma más directa posible. No nos gustan los intermediarios, los cánones y los comisionistas. Así que aquí os dejamos un especial sobre LA LEY SINDE. Adios.*
*Manifiesto «En defensa de los derechos fundamentales en internet»
Javilibre
Cambió el rasero, así de pronto. Unos piensan que guay otros que ni mu. Las leyes, la naturaleza y la iglesia siempre antinatural, forzada y con calzas. Comprendo la famosa imagen de la última cena de Buñuel. La foto, aquí viene la foto. Lola Gaos, tendría que estar también hasta las ingles de tanta tontería. Cuando eres inteligente no hay platos que valgan: parodia esperpéntica en el nombre del padre, el hijo y espíritu santo. Todo lo contrario, el mundo y sus contrarios, sería Aquilino Polaino, aquel que cura lo que no es enfermedad. Otro de la España de las peregrinaciones a los curanderos. El parece ignorar que el amor no tiene cura, es un viaje de ida sin retorno. ¡Pobre idiota! Cree que con un título universitario le da derecho a ejercer el terror. Muchos os preguntaréis quién es este tal Aquilino, según periódico de derechas, El Mundo: un experto. “Un experto invitado por el PP al Senado dice que los gays son hijos de padres ‘hostiles’ y ‘alcohólicos’”. Otros los que se salieron del opus, lo definen como más raro que un perro verde. Ni perro, ni verde, ni experto, ni enamorado. Aquilino y su mente escondida: la de Franco y Satanás. Aquilino, la foto, aquí viene la foto. ¿Qué foto le podríamos hacer a Aquilino? Mi padre bebía, era un perdedor, pero me traía ocultas en su gorra mariposas y gorriones. La lírica Aquilino, se olvida de la lírica y del amor a los demás. Como este cartel de una escuela de Barcelona: “aquí juguem en català” como si los juegos tuvieran lengua.
Bravo Trujillo
Javirroyo
Javi Cejas
Sistema de Monos
Javier Vázquez
Tute
Falta de cintas, odio para mañana
A ella nunca nadie le regaló una cinta TDK. Un casette de esos que empezaban con Barricada para luego continuar con Stone Roses por orden estricto de me gusta tu pelo y la carpeta que llevas. La caligrafía era muy importante. Si convenía, era capaz de escribir «mi mamá me mima» cien veces para conseguir los mejores garabatos. Las letras se debían entender pero nada de cursilerías. Había que elegir entre la e d’Esther o la que parece un tres invertido, entre la a de Mafalda y la A de anarquía. Cualquier detalle era crucial. Las x no podían parecer espadas new age. No era lo mismo meter una zeta de zorro o una de zagala, esa para las fábulas de Samaniego. Prohibidas las zetas en forma de chorizo. Con mucho cuidado, una escribía el título y el nombre del grupo en el recuadro de cartulina satinada sin acercar el puño al papel para que no se corriera la tinta del boli. Soplaba el cartón y esperaba a que se secara la numeración. Aunque tarde o temprano, al colocarlo en la funda de plástico, todos sabíamos que una gota de tinta con aspiraciones lo jodería todo.
A ella, me juego el cuello, nadie nunca le regaló una cinta para sus walkmans. De ahí viene el odio.
Montse Virgili
Fran Collado
Tute
Carlos de Diego
Pablo Ríos
Alcalofo
Diego Burdío
Pau Anglada
Javier Vázquez
Francisco Peña
Sistema de Monos