Esta mañana hemos podido enterrar las cenizas de mis suegros. Murieron por culpa de la Covid-19 en abril de 2020, hace ya casi un año.
Mi churri está sentada en el sofá con actitud serena, melancólica, leyendo no sé qué libro sobre meditación, mientras yo trato de escribir un texto divertido y maravilloso para El Estafador. El tema a desarrollar es “Feliz Cumpleaños Covid”. Como os podéis imaginar, se me hace muy cuesta arriba y no puedo parar de pensar excusas para no escribirlo: He perdido las gafas, el perro se comió mis apuntes, toqué un meteorito y me hice diminuto…
Mi chica me ve agobiado (más de lo normal) y me explica que por casualidad está leyendo un cuento sobre un rey que pide que le graben en el interior de su anillo una frase que sea capaz de salvarlo de la peor de las situaciones. Los sabios del reino fracasan, no son capaces de sintetizar toda su sabiduría en una línea. Cuando ya parece que nadie es capaz de contentar el capricho del rey, aparece un consejero de la corte que le escribe tres palabras dentro del anillo, con la condición que solo puede leerlas cuando se encuentre en un peligro gravísimo.
El tiempo pasa. Llega un día en que el rey es destronado y los malotes del cuento lo persiguen hasta lo alto de un precipicio. El Rey agobiado decide leer el mensaje: “Todo esto pasará”. Se viene arriba, siente que sus desgracias son temporales, vence a los malotes y recupera el trono. Le digo a mi churri que entiendo la moraleja del cuento, que tiene toda la razón, pero se ríe porque el cuento no termina aquí, es un poco más profundo y por lo tanto más jodido.
Unos meses más tarde, el rey está en su mejor momento, celebrando una gran fiesta en su castillo, rodeado de vino y lujuria, cuando llega su consejero (al que ya podemos llamar coach) y le dice que vuelva a mirar el mensaje. El rey le dice que ahora no le apetece y que no le de la chapa, pero el coachtiene la insistencia del que se sabe con la razón y persiste hasta que lo convence.
El rey mira el anillo y lee de nuevo: “Todo esto pasará”. El mensaje le deshincha el orgullo (y otras cosas), porque se da cuenta de que lo bueno y lo malo son efímeros porque todo pasa, nada perdura. El cuento no está nada mal, aunque lo protagonice un puto rey y se le vean las costuras de autoayuda barata por todos los lados. Pues eso, lo dicho: “Todo esto pasará”. ¡Felicidades Covid, pronto te irás tomar por el culo! ¿Qué será lo siguiente?…