El TRUCO DE SUPERMAN (y dos textos retrasados)

08/05/2021

EL TRUCO DE SUPERMAN

Las personas que entregan los trabajos en el último momento no son perezosas o desorganizadas. Nada es menos cierto. Solo hay que fijarse en cómo trabajan los héroes. Siempre acuden a salvarnos in extremis, un instante antes de que esté todo perdido. Y nadie se atreve a decir que Batman es un vago, que Wonder Woman es una holgazana o que Spiderman es un zángano. ¿Saben por qué? Porque no hay nada más emocionante, heroico y útil que entregar un encargo en el último momento.

Las entregas en el ultimo minuto pueden ser debidas a que uno no estaba inspirado o a que ha empezado a trabajar tarde. Lo mío siempre es lo segundo. Empezar a tiempo es de cobardes y poco productivo. Tengo comprobado que cuando la hora se acerca, cuando vemos el dramático desenlace, nuestro cuerpo y nuestra mente (en una forma de supervivencia) emborrachadas por la emoción multiplican sus capacidades. Somos más buenos cuanto más cerca estamos del fracaso. Aunque a veces procrastinar puede salir mal.

Recuerdo la película de Superman, la del 1978, en la que se despista y llega tarde a salvar a su novia Lois Lane. Cuando la ve muerta le ocurre lo mismo que nos ocurre a los que nos arriesgamos un pelín demasiado y se nos pasa el plazo: Se viene abajo y maldice su gestión del tiempo. Pero claro, él es Superman. Alza el vuelo y sale al espacio exterior, empieza a dar vueltas a velocidad supersónica alrededor de la Tierra hasta conseguir que ésta gire al revés. En una reacción muy lógica, pero poco científica el mundo se rebobina hasta el momento que Lois Lane no ha muerto y hay tiempo para salvarla. Magnifico. ¡Eso si que era cine!

Pues resulta que yo no tengo esa capacidad. Y ahora que se me ha pasado el día y la hora de entrega solo puedo pedirle a Dios o al Diablo que me ayuden. Dios como siempre no me hace caso (será que es sueco o Nietzsche acabó realmente con él), en cambio el Diablo aparece entre chispas y chiribitas en mi comedor. Le ofrezco mi alma, pero me dice que va sobrado de almas desde que se inventó el capitalismo. Finalmente se queda con mi clave de acceso de Netflix. El tipo alza los brazos y el mundo empieza a rebobinarse. Pasamos por algunos momentos raros como comer o ir al baño hacía atrás, y finalmente nos situamos a un día antes de la entrega.

El Diablo se esfuma en una bomba de humo y chispas de fuego que me dejan el parqué hecho un asco. ¡Vete al Infierno!

Me siento frente al ordenador, suspiro, la luz plateada del amanecer entra por mi ventana, tengo un día entero para escribir y entregar mi trabajo a tiempo. Aunque antes podría mirar lo que hay en la nevera y jugar un poco a la Play ¿no?

 

BY LLUÍS SEGURA

 


 

LA TUMBA

Egipto, año 2700 a. de C.

Un sol de “injusticia” baña la escena. Dos esclavos, vestidos con taparrabos, arrastran una gigantesca piedra de una tonelada. De vez en cuando, un supervisor los anima fustigándoles la espalda con un látigo de cuero.

—¿Hace mucho que trabajas aquí?

—Soy nuevo. Terminé los estudios de Arquitectura el mes pasado y estoy aquí de prácticas.

—Yo también empecé haciendo prácticas.
—¿Y no te han ascendido nunca?

—La verdad es que nunca lo he pedido. Jornadas de dieciocho horas. Catorce pagas de novecientas piastras al año. Es un trabajo duro, pero sencillo. El índice de mortalidad es sólo del 80%. Una vez sales de aquí no te comes la cabeza, no tienes que llevarte el trabajo a casa, ¿Sabes?

—¿No te gustaría hacer otra cosa?

—Sí… Pero ya soy mayor, envié algún currículum como catador.

—¿Catador?
—Sí. Probar la comida del faraón para saber si está envenenada.

—¿Pagan bien?

—Un poco menos, pero es menos cansado. No me cogieron porque soy intolerante al gluten.

—Ya..

—¿Y tú?

—Esto es algo temporal. Mi sueño es avanzar en la empresa. Vengo de las canteras, sabes, de picar piedra. ¡Y fíjate! Ahora ya las estoy arrastrando. Mi plan es llegar en cinco años llegar a lo más alto de la pirámide donde las piedras son mucho más pequeñas. ¿Sabes cuál es mi sueño?

—No…

—Llevar la piedra final. La punta de la pirámide. La piedra que cabe en el bolsillo.

—¡Eso es muy ambicioso!

—Hay que ser ambicioso para triunfar, tío.

—Yo no soy de esos. Yo voy ahorrando y cuando sea mayor me compraré una cabaña cerca del Nilo para mi familia. Allí moriré tranquilo.

—Es gracioso que pienses en un sitio donde morirte mientras construyes la tumba más gigante que jamás se ha levantado.

—Sí, es muy gracioso.

—Jajajajaja.

—Jajajajaja.

De pronto el “vigilante” los fustiga con el látigo, arrancándoles la piel a tiras. ¡Basta de tanta cháchara y más implicación en la labor!

—Lo del látigo es un fastidio.

—Y que no haya vacaciones ni pausas para comer también.

—La verdad es que tal y como está todo no podemos quejarnos. Mientras haya trabajo…

—Sí, sí, eso que no falte.

 

BY LLLUÍS SEGURA

 

 


 

JESÚS ESTÁ DE FIESTA

Si no fuera por la Iglesia católica apenas tendríamos vacaciones. Más de la mitad de los 14 días de fiesta anuales del calendario son para que celebremos por todo lo alto acontecimientos católicos: el nacimiento de Jesús, la muerte de Jesús, la Epifanía del Señor, la Inmaculada Concepción… Por no hablar de que gracias a Dios podemos disfrutar de 54 domingos al año, libres de obligaciones laborales.

Todo eso ocurre en un país que se considera aconfesional, es decir, que su gobierno no está ligado a ninguna religión,  pero a Dios, a su Hijo y a las Vírgenes no hay quien se los saque de encima. Aparte de nombrarlos cuando alguien estornuda, cuando alguien nos pisa el pie o después de un orgasmo, resulta que vivimos en el 2021 porque hace 2021 años que Jesús llegó a la Tierra. Con este truco barato, el catolicismo se asegura el monopolio total del calendario y por lo tanto el control de las tradiciones y el tiempo.

Así resulta que las vacaciones de Semana Santa no son una celebración maravillosa para ir a la playa a tomar el sol, enseñar las chichas y embadurnarse de crema solar y vermú, sino que son cuatro días para ponerse un capirote y hacer penitencia para recordar el calvario que sufrió el hijo de Dios en la cruz. Después de que usted expíe sus culpas y pecados, ya puede volver a su lugar de trabajo a cumplir con sus obligaciones.

¿No será que nos hemos acostumbrado a estar como Jesús crucificados, atados de pies y manos y nos hemos adormecido? A la mierda Jesús, a la mierda el catolicismo a la mierda las tradiciones.  Por qué no empezamos a contar nuestras vidas a partir del día que nació Frida Kahlo, Mahatma Gandhi o Prince. O mejor, a partir del día que nacimos nosotros. O porque no, a partir de hoy. Bienvenido al día uno del año uno. Dentro de un año celebraremos la fiesta del año nuevo dos. Los festivos de esta nueva era serán los que nos salgan del pussy y no los que diga un estado semicatólico, anclado en una dictadura festiva de tradiciones prehistóricas. Serán fiestas de guardar el día que nació Merçe Rododera, Chiquito de la Calzada o Clara Campoamor. Celebraremos con grandes rituales el nacimiento del tipo que inventó el Valium (Leo Henryk), el que inventó el preservativo o las palomitas de microondas. Marcaremos de rojo en los calendarios la semana de las madres, el puente de los artistas, las fiestas del amor libre o el día de las abuelas. Y ya que estamos, que sea festivo obligatorio, el día mundial del jamón, de l@s solter@s, de las mascotas, de la risa, de la paz, del nudismo, de la danza, de las drogas, de la sonrisa sin mascarilla, de la amistad y por supuesto el de la fiesta. Sí, un día festivo en el que celebremos la fiesta por la fiesta. ¡La fiesta al cuadrado! Y ya de paso cambiamos las proporciones: en lugar de 68 días festivos y 297 laborables, seamos justos y trabajemos mitad y mitad. ¡Total, no hay tanto trabajo por Dios!

 

BY LLUÍS SEGURA

 

 

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