Una polilla está en el suelo chamuscada. Su amiga se acerca a ella.
—¿Qué te ocurre compañera?
—¡Luz! ¡Necesito más luz!
—Ah, ya veo… te has quemado de tanto acercarte y golpearte contra la bombilla de esa lámpara.
—¡Luz! ¡Quiero luz!
—¿Pero no te das cuenta de que te estás matando?
—¡Luz! ¡Ayúdame a llegar a la luz!
—Fíjate, hay un cristal y no puedes llegar y lo que es peor si llegaras morirías quemada y electrocutada.
—¡Sin luz no soy nada!
—Si dejaras de perseguir la luz ya no serías una polilla, serías una libre mariposa.
—¿En serio?
—Totalmente en serio. ¿Quieres que te ayude a dejarlo?
—Sí, pero primero un poquito de luz para coger fuerzas.
—No. Lo importante es que te olvides de la luz para siempre, es un engaño, no la necesitas.
—Ella me guía y me orienta…
—Ya…, pero tienes que olvidarla. Dedica tu vida a otras cosas.
—¿A otras cosas? ¿Cómo cuáles?
—Haz como yo, dedícate a los cigarrillos, las patatas fritas, el alcohol, el sexo, las apuestas, Netflix, Internet….