AQUELLOS MARAVILLOSOS AÑOS

18/10/2021

By Lluís Segura

 

Aquí estoy, frente a un contenedor de basura, con una caja enorme de CDs. Los discos de mi época ya no sirven ni para espantar a las palomas de mi balcón. Intenté venderlos o regalarlos para darle algún valor a mi melancolía, pero resulta que nadie los quiere.

Creemos que formamos parte de una generación, y en realidad lo que ocurre es que las vamos acumulando. La prueba son aquellos armarios donde guardamos, cual faraones, los objetos de nuestra existencia, los que nos definen o, mejor dicho, nos definían. No sirven de nada, solo para cerciorarnos de que algún día fuimos otro ser, en otra época, con otros pensamientos. Allí están los casetes, los VHS, los cartuchos de la NES, los vinilos…

Uno piensa (y a veces dice) que la siguiente generación está equivocada. Es el miedo, como un perro guardián defendiendo una casa vacía, el que habla. Nos atemoriza quedarnos atrás y perder el hilo.

Si no tuviera los lastres de mis generaciones acumuladas sería como los millennials. Podría ver el mundo como algo virgen por descubrir. Decía Freud que hay que matar al padre. No sé si lo decía por eso. Pero ya puestos, como defendía Umbral, matemos al abuelo y al tatarabuelo. Acabemos con todo lo viejo. Ojo, no me mal interpreten que hablo en sentido metafórico.

Hay que luchar, sacarse de encima la boomería, o el boomerismo, el traje ceñido del pasado, buscar en las holguras de la coyuntura, de la modernidad, de las nuevas ideas de la juventud. Y para ello hay que soltar lastre, quemar naves y borrar cualquier rastro.

Y aquí me tienen viendo como los CDs caen amontonados en el interior del contenedor como cuerpos plateados envueltos en basura. Vuelvo a casa con la cara llena de lágrimas. No lloro por los CDs, lo hago un poco por el pasado, pero sobre todo porque nacer o renacer siempre va envuelto de desnudez, mocos y lágrimas.

¿OK boomer?

 

by Lluís Segura

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