Impuesto sobre la risa

15/05/2024

De todas las risas que ganamos en El Estafador, el 21% es un impuesto que tenemos que devolver y contribuir así con la sociedad. Es lo justo. Sólo hay un problema: nos reímos de todo y no solemos apartar esas risas que recaudamos, nos las fundimos sin control. Incluso las derrochamos en chistes malos. A carcajadas, hasta quedarnos sin una sola. Como hienas vacías. Y llega la declaración trimestral de risas. ¿Dios mío, ya? Lo habitual entonces es pedir aplazamientos fraccionados. Pero éstos vencen de nuevo sin que hayamos cambiado nuestra hambre voraz de risas. Una sombra se cierne en el ocaso. ¿Acaso volveremos algún día a reír o hacer reír? He aquí lo interesante. Sin motivo aparente, al poco tiempo reaparecemos como si nada hubiera ocurrido. Radiantes, alegres, graciosos y pesados. Por eso nos han abierto una inspección. Sostienen que no lo declaramos todo, que reímos a escondidas y hasta aguantamos la risa en público. Podrían caernos desde penas irrisorias hasta incluso morir de risa. Pero no tienen pruebas. De nada. (Editorial por Roger Petra)

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