EL ESTAFADOR #183: ESPIONAJE MASIVO

06/11/2013

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Tamayoicon vacio EL ESTAFADOR #169: CLONACIÓN HUMANAicon facebook estafa EL ESTAFADOR #169: CLONACIÓN HUMANA

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Hola señores de la NSA (National Security Agency). Nos hace mucha ilusión que nos lean semana tras semana. Que lean nuestros correos electrónicos con videos de Youtube idiotas y vacíos, con caídas de bebés que dan mucha risa o videos sexuales explícitos. Que consulten nuestros mensajes privados de Facebook y la huella que dejamos en cualquier web que visitamos. También nos hace mucha ilusión que escudriñen en nuestra intimidad cuando enviamos fotos familiares. Sigan protegiéndonos del mal y del terrorismo. Abúrranse revisando mierda privada. O mejor, señores de la NSA, suicídense en masa. Gracias.

Javispía

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Iñaki San Miguelicon vacio EL ESTAFADOR #182: LA FELICIDADicon facebook estafa EL ESTAFADOR #182: LA FELICIDADicon vacio1 EL ESTAFADOR #178: PAN Y CIRCOicon twitter estafa EL ESTAFADOR #178: PAN Y CIRCO

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Javi Cejas

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Javier Vázquez 

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Javier Vázquez 

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Bernat Solsona

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Javier Vázquez 

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Federico Montalbán

La Okhrana, policía secreta zarista, fue pionera en esto de las investigaciones y el espionaje. Cuenta Gianfranco Sanginetti («Sobre el Terrorismo y el Estado») que Lenin tuvo finalmente acceso a los archivos de la policía secreta del Zar en 1919. Había 55 provocadores profesionales (infiltrados) a sueldo, 20 habían llegado a importantes puestos de control del Partido. Lenin «tuvo la amarga sorpresa de tener que constatar que los provocadores son casualmente siempre estos mismos camaradas por los que tenía, él tan prudente y tan experto en materia de clandestinidad, la más profunda estima y la mayor confianza por los servicios prestados y la audacia mostrada en varias ocasiones».

La Okhrana parecería ahora, cuando todo se espía, un grupo de aficionados. Podemos reírnos del asunto y tomar por el loco de turno a todo aquel que hable sobre esto. Espías, anda ya, eso es cosa de películas. Ahora es noticia y todo el mundo habla de ello pero, dentro de pocos días, el asunto se volverá a enterrar y solo se nos dejará ver su careta ridícula de teoría de la conspiración. Y, sin embargo, el último proyecto del espionaje podría ser el definitivo.

El Poder teme al esquizo, al que escucha voces, al que su cabeza se ha desintonizado de la frecuencia única, el que oye la nota discordante, de nuevo la blue note, la nota del diablo. Lo saben todo de nosotros, pero todo todavía no es Todo. Hay una parte que se esconde, que no acaba de salir en las encuestas o en las conversaciones telefónicas pinchadas. Por no estar no está ni en nuestro consciente. Y eso también debe ser conocido y controlado. Así, pues, se puso en marcha Internet 2.0.

Atrapados en las anestesiantes redes sociales, hablamos sin pensarlo dos veces. En lo inmediato, confían los señores tras la cortina, se revelarán los pensamientos secretos, las voces esquizoides. Qué piensas, qué sientes, qué tienes en la cabeza, qué te gusta, rápido, ya. Quizás te parezca ridículo, quizás te importe un cuerno que sepan tus gustos musicales o tus inclinaciones políticas. Pero hay miles de psicólogos, sociólogos y demás científicos sociales cartografiando la mente colectiva. No les interesas tú, les interesa saberlo Todo, controlarlo Todo, guiarlo Todo. Y, sabedlo, su saco no lo rompe la avaricia. En el reino de la cibernética no se pone el sol.

Por mi parte, he descubierto las virtudes del silencio. Nunca sabrán lo que las voces me dicen… hasta que sea demasiado tarde… para ellos.

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Can Kenteicon vacio EL ESTAFADOR #175: GIBRALTARicon facebook estafa EL ESTAFADOR #175: GIBRALTARicon vacio1 EL ESTAFADOR #175: GIBRALTARicon twitter estafa EL ESTAFADOR #175: GIBRALTAR

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Juanfran Molinaicon facebook estafa EL ESTAFADOR #167: ESCUELA PÚBLICAicon vacio1 EL ESTAFADOR #167: ESCUELA PÚBLICAicon twitter estafa EL ESTAFADOR #167: ESCUELA PÚBLICA

Espionaje masivo

Cuando nos enteramos de que Estados Unidos practicaba el espionaje masivo sobre la población de medio mundo, todos nos echamos las manos a la cabeza, pero un poco más tarde pensamos “claro” y sonreímos quedamente. Lo mismo hicimos cuando supimos que las potencias occidentales, incluida España, colaboraban con ellos y les facilitaban tal actividad. Como ya no podíamos sentirnos más alienados y ninguneados, muchos de nosotros notamos que necesitábamos estar vigilados. Ser objeto de seguimiento nos excitaba, nos convertía en potencialmente peligrosos; dejamos de ser un cero a la izquierda, le importábamos a alguien algo, o mejor, alguien nos consideraba capaces de algo. Pero lo mejor era que, en parte, nos abrían las puertas de ese juego sucio a gran escala: si alguien te espiaba, tú tenías derecho a sentirte agraviado y, bajo esa influencia, tan ominosa que acababa cegando, terminar tú también espiando a otros. Sería comprensible, ¿no? De esta forma, vimos claro que podíamos saciar una sed que siempre estaba ahí, preparar una venganza o aprovecharnos, más allá de usar impunemente el Wi-Fi del vecino. Todos sabemos que una de las posibilidades más apetitosas cuando descubrimos que alguien actúa mal, es que el vacío moral que presenta nos permite actuar a  nosotros igual o peor sin que pueda oponernos ningún pero ético. Nuestra conciencia, por otra parte, las más de las veces es fácil de convencer.

Así pues, algunos procedimos a espiar sin recato, sin un fin determinado. Y la cosa acabó convirtiéndose en una moda tan absurda como adictiva, creciente y turbulenta. Espiábamos a nuestros empleados, a nuestros superiores (los mandos intermedios debían estar masacrados); a nuestros vecinos, a los funcionarios que tramitaban nuestros papeles, a los profesores de nuestros hijos, a éstos, a sus amigos, a nuestros cónyuges, a cualquier persona de costumbres rutinarias que pareciese esconder algo. Cualquier roce o discusión daba lugar al encargo de un dossier o al espionaje aficionado, generalmente practicado por bocazas, que acababa siendo lo más patético y problemático del caso. Todos guardábamos silencio y sonreíamos quedamente. Las agencias de detectives se multiplicaron donde antes había inmobiliarias. Amontonábamos en nuestras casas informes y más informes que la inmensa mayoría de las veces no servían para nada, solo para saber que íbamos a ser despedidos de la forma más sibilina, que nuestra pareja no nos quería ni ver y que los vecinos se reían de nosotros a nuestra espalda, poniéndonos motes. Mirábamos al detective en su despacho cuando nos disponíamos a pagarle y él respondía a nuestra sonrisa cómplice con otra descafeinada: probablemente también nos estuviese espiando a nosotros.

Las colas del mercado eran una batalla de miradas de reojo. Los comités de empresa un cuadrilátero. La tensión se podía cortar entre los padres que asistían al juego de sus hijos en el parque o entre los vecinos que abarrotaban el pequeño portal para una rutinaria reunión de la comunidad. En los estadios ya nadie atendía los partidos. Y los más puntillosos paseaban con una libretita negra para perfeccionar los informes que ya tenían encargados con apuntes a vuelapluma.

Cuando la cosa estaba a punto de irse de las manos de la peor forma posible, mediante el estallido escalonado de miles de conflictos personales que ya estaban a flor de piel, el sonriente presidente de Estados Unidos, acusándonos veladamente, como siempre, de falta de practicidad, reunió a las potencias occidentales y se ofreció al Gobierno de España para mediar en busca de una solución.

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Javirroyo

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3 Comments

  1. inés dice:

    Gracias Estafador por hacerme pasar tan buenos ratos. Me pregunto qué podría sucederme en el futuro ahora que saben que os leo con ahínco

  2. sativaworld dice:

    Genial y triste… muy triste la realidad, genial el estafador.
    si me interceptan, mandad fruta .

  3. menxian dice:

    juas juas que miedito da esa bandera espía. Mira que hay banderas por todas partes y yo nunca entendí para qué servían… malditos